06. TAN CUTE
A los dos nos fascinaba el basquet y a pesar de que yo no era el mejor del equipo, aplaudÃas emocionada cada vez que lograba encestar una canasta y a mÃ, estúpido naïve, me parecÃa increÃble saber que me observabas. Después del juego, te acercaste a saludar y, sin importarte en lo absoluto mi sudor, me diste un abrazo. Me quite la camiseta y tu, sonreÃas y yo, en ese momento, con el torso desnudo, te devolvà la sonrisa preguntando emocionado: “¿Qué tal estuve?â€� justo cuando sonaba el timbre de entrada a clases y empezaba a aburrirnos el tiempo y la ciencia.
Aquel era uno de esos dÃas en que se podÃa hablar de melancolÃa, de tardes grises y lluviosas, de citas en los Patines de Plata y largas conversaciones telefónicas. Pero yo soñaba despierto que por primera vez me decÃas "I love you". En aquel viejo salón creà escuchar tu voz de acento sureño, pero cuando te busqué, lo único que vi fue el rostro amenazador de esa vieja maestra de zapatotes horribles inquiriéndome como una Linda Blair poseÃda, por el peso atómico del ¿Helio? ¿Litio? ¿Radio? No sé, ya no me acuerdo bien.
Te conocà una mañana de septiembre del ochenta y dos cuando caminabas por el patio del colegio cantando un tema de Oscar Athié, y algún amigo, Miki quizás, me pregunto: “¿Ya viste a esa chica tan rara?â€� TenÃas una belleza que conservaba el candor infantil bajo formas incipientes de mujer y unas actitudes de chico de barrio bravo que indistintamente odiaba a Menudo tanto o más que a la Hello Kitty. Claro, entre tanta mediocridad y noñerÃa sobresalÃas de inmediato: eras la tomboy de ojos verdes, una güerita tan cute en jumper azul que no pude evitar fijarme en ti.
Al principio tenÃa mis dudas, era algo nuevo para mi y ahora mismo pienso que tal vez no fue amor lo que sentÃa por ti, era algo mucho más fuerte que eso. Tú, en cambio, nunca te diste por enterada de qué iba el rollo de estar tanto tiempo juntos y me considerabas tu ‘super’ mejor amigo interesándote más por no dejar el primer lugar, por conseguir ese disco de Pedro MarÃn con el cover de "Te diré" y por dominar el teclado de una vieja Olivetti. I can’t stop falling in love with you, my surfer girl.
Paso el invierno, llego la primavera y con ella, las ilusiones. Escribà en una tarjeta todo lo que se me ocurrió que sentÃa por ti, sin esperar nunca un rechazo tan cruel; cuando tu mejor amiga me la entregó convertida en múltiples pedacitos de papel, supe que nunca más podrÃa amar igual a otra chica. Con ese aire tan cool que se intuÃa en mÃ, fui al puesto de la esquina y ahÃ, para aliviar un poco mi dolor, me compre el Fantomas semanal, una Coca Cola de botella y unos churritos con mucho chile. No llore hasta que llegue a casa.
El backlash inicio al dÃa siguiente y no fue el hecho de que mis amigos me repitieran "¿A quien le dijeron que no?" por una semana completa sino el vacÃo enorme que sentà a partir de ese momento. Ya no me importo la pelea por el primer lugar, los partys de 2 a 8pm, los discos de Zorro, las chapitas de Madness; lo único "bueno" que aprendà fue que la decepción golpea muy duro, que cerrar el puño en los taxis es señal de pelea en el lenguaje cifrado de los cholos y que un etcétera comprende muchas cosas.
De verdad intenté conformarme pero no pude porque estabas siempre en mi mente y casi sin querer aprendà a ser el voyeur, a seguir tus pasos y tus miradas; vi crecer tus tetas, no mucho, y como estas se rebelaban ante lo estrecho de tu inolvidable jumper azul.
Después hubieron otras chicas, manos sudadas y besos primerizos tras una cadena del EspÃritu Santo. Pero la ilusión ya nada fue igual. Ahora yo sé que me recuerdas como aquél que escribió con un plumón rojo en tu camisa blanca colegial llena de estúpidos recuerdos de Secundaria: "Hey PUTA, nunca me olvides".
Yeah, nunca te olvides de mÃ.
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revisión 2004: Esta es una versión preliminar a la que aparece en el libro. Ummn, mi periodo high school, lleno de in-jokes, referencias a lo más cutre de los 80s, super naive y, a distancia, medio cÃnico.
Tal vez mi relato más biográfico (aunque, releyéndolo, ya no me parece tanto). Hay por ahà una segunda parte llamada "De cuando mi hermano querÃa ser John Travolta" (que supuestamente iba entrar en Buten Smileys y no sé donde quedo).
Este relato apareció en el suple Niagara de la revista Viceversa (seleccionado por Guillermo Fadanelli en el número de no recuerdo que aniversario del 68).