13. goodbye, superdrogas
Lo reconozco, it’s so fuckin’ true: life is an inevitable plastic scene. Y no lo digo riendo con esa cÃnica mueca de polivoz que tanto me criticas. Lo digo como cryptic unabomber, con la desilusión de un anarco-progre en Madrid, con la inercia de un siniestro replicante de Benneton. Del modo, la manera y en la situación que tú querÃas. Diletante, oneironauta, posesivo y heterodoxo. Just like honey, insertado en tu buzón como junk mail, smiling like a savater child.
“Ya no más, superdrogas�, dije con acento radial.
Lo siento, pasa que ahora estoy más antiséptico y monstarr que mis amigos muertos –históricos, estridentes, analógicos, junior clase A-, que corrieron con suerte de perro en una situación de dominio o exterminio. Sincero y desesperado, volviendo al parking electrónico, desafiando al poder infantil de los videojuegos y escuchando de nuevo aquella sintonÃa pop de juventud perdida.
And I say “Ciaoâ€� una vez más. Todo fue too fast hasta para mÃ. Demasiado complicado.
Un vano temporal, el breakbeat tan reconfortante como la necesidad de una prótesis quirúrgica y la tranquilidad otorgada por las neon ligths interactivas en aquel salón de papas fritas. Ya paso el momento en que, dependiente del servicio telefónico, estuve inscrito en el padrón de la telebasura, amarrado con fistol al club de los puercos sensibles. Puerco your father, puerca tu madre, puerco tu estigma de santidad dañada.
Por ahora I want some kind of wonderfulness. Un vocoder pacificador, agitar otras acciones sin la pastilla roja, dos t-shirts medianas de ridicule is nothing to be scared of� es, de momento, old news.
—What a stupid life, qué truco tan barato.
—Igual. SÃ, igual.
—Ok! I don’t need things so freakies. ConfÃo buten en mÃ.
Sin embargo, no importó cuanto querÃa creer, todo se perdió en aquel segundo de choque. La espiritualidad del viaje desapareció tras el chasquido de metal en la carretera y tu cara era otra, superdrogas. Se asomó la duda y, with the shattered future, me confesaste todo y nada a la vez. TenÃas que poner en equilibrio tu mal llamada shockadelic life, tu hermoso triángulo de distorsión. Sé que los extremos nunca fueron de tu agrado, te eran incómodos como un mosker fo!, atractivos como tabú pero, ¡qué curioso!, participabas como pro-destroyer en juegos extremos con aquellos hábitos negros que me di cuenta –justo a tiempo- eran prestados, alquilados en algún big outlet de los suburbios.
Bajo el amparo que dan los ansiolÃticos gritaste que estaba en off, perdido en una fiesta de pueblo, que ya te limitaba el vivir en lo absoluto y que despreciabas mi facha after special. Que olvidara el reel number three, que no me lo merecÃa; que en lo azul resultaba obsesivo como monosynth; que la aventura conmigo era como tener de copiloto a un genio a punto de ataque masivo. Después lo peor fue el frÃo, el reportar rencores y sueños en vivo, los sorpresivos análisis, la teorÃa budista del ruido y el enganche a la cultura del “deseamos que vomitesâ€�.
Dios es igual que esto, tan niño muerto; la peor droga dura que consumimos antes de la derrota. Pero está bien, está bien: ya no hay razón para seguir jugando al junkie cuando tú eres tu propio Mental Health Center, tu propia novela in progress, tu propia duda inmersa en fuego. Vamos, que sólo eres lateral de inquieta estrategia, un par de frases incoherentes plasmadas en el portal de la tienda de la esquina. Una cabeza de radio, un placer desconocido haciendo el amor con su ego. Recuerda, yo no soy camafeo en esto de nuevos hits radiales y minutos estancados en los que no se dice nada, pero –I’m so sorry- aún no me atrevo a dispararte con afán de lucro. Si un dÃa lo hago será porque es tan divertido como coger o tan ligero como nuestra locura por las estrellas.
What a shame! Ya nunca pondré mi fe en nada, en nadie.
Tanto despertar, a ratos inconsciente, para malsoñar el gris y repetir discursos en bares infames con tragos dobles y chicas cruzadas. ReÃr inflamado por tanta pasividad en alquiler o clavarse en aristas tequila techno magazines y engañar a una mitad sujeta a fibras sintéticas y sentirse mal por retomar las once curvas de infinito y dejarse caer y azotar la conciencia con gritos de celebración funk and be mocked of all emotions y alejarse ingenuamente de todo aquello que siempre nos supo mejor y sentir nostalgia por la nueva dirección de nuestra vida y esnifarse el último gramo de poder fantástico y balbucear el deseo estereofónico en nanosegundos e ignorar el terrorismo familiar al vivir un presente de bajo y baterÃa que ellos rechazan por su fracaso personal y ponernos a llorar en fiestas tremendas y salir de ellas con toda la furia posible y besar la acera mojada con fellinis de colores ruidosos y sorprendidos fingir discretos que todos va bien y decir “Yes, I leave it!â€� para acercarse sincero al precipicio deseos de pequeña delgadez sombras la cadena de Jesús y MarÃa tinkertoys de infancia Commodore y enrollarnos en una pelea infernal por salir lo menos dañados y requerir los servicios de una voluntad insumisa que deambula intoxicada por los caminos del ayer. Todo por no escupir una verdad que suena a dub calidoscópico, una correa de respuestas que siempre nos pone nerviosos o esa trayectoria balÃstica que rompió tanta inocencia.
¡Cuánto tiempo perdido, superdrogas!
Sólo queda preguntar: ¿para qué emborracharme contigo si no compartes el delirio, para qué inyectarme tanta mierda in-between days cuando quiero otra cosa nada semejante al compromiso, para qué tragarme tanto emo-core que provoca mil esfuerzos y breakdowns, para qué aspirar una felicidad convencional para adictos a la esperanza hilada por los Technics? ¿Para qué, para qué?
¡Hey! ¿era necesario tanta provocación?
You never understand anything about me.
Soy una vuelta al negro, homenaje saudade o el sonido de la multitud, la caja del diablo, una luz que nunca se apagará, el extranjero full de radioactividad, una nueva forma por venir doblemente fácil y permanente. Do you know more? Lo de antes no funcionó, y aquÃ, como en todo, pierdes oportunidad si no circulas y ya ves, el camino más duro lo he empezado a recorrer solo.
Hoy irradia en mi cuerpo el consejo pegamoide de romper el espejo y dejarme llevar hasta el final. Yeah, sobreviviré como chinarro la tormenta en la mañana de la vida. I’m happy when it rains, so fuck you.
Goodbye, superdrogas.
“Ya no más, superdrogas�, dije con acento radial.
Lo siento, pasa que ahora estoy más antiséptico y monstarr que mis amigos muertos –históricos, estridentes, analógicos, junior clase A-, que corrieron con suerte de perro en una situación de dominio o exterminio. Sincero y desesperado, volviendo al parking electrónico, desafiando al poder infantil de los videojuegos y escuchando de nuevo aquella sintonÃa pop de juventud perdida.
And I say “Ciaoâ€� una vez más. Todo fue too fast hasta para mÃ. Demasiado complicado.
Un vano temporal, el breakbeat tan reconfortante como la necesidad de una prótesis quirúrgica y la tranquilidad otorgada por las neon ligths interactivas en aquel salón de papas fritas. Ya paso el momento en que, dependiente del servicio telefónico, estuve inscrito en el padrón de la telebasura, amarrado con fistol al club de los puercos sensibles. Puerco your father, puerca tu madre, puerco tu estigma de santidad dañada.
Por ahora I want some kind of wonderfulness. Un vocoder pacificador, agitar otras acciones sin la pastilla roja, dos t-shirts medianas de ridicule is nothing to be scared of� es, de momento, old news.
—What a stupid life, qué truco tan barato.
—Igual. SÃ, igual.
—Ok! I don’t need things so freakies. ConfÃo buten en mÃ.
Sin embargo, no importó cuanto querÃa creer, todo se perdió en aquel segundo de choque. La espiritualidad del viaje desapareció tras el chasquido de metal en la carretera y tu cara era otra, superdrogas. Se asomó la duda y, with the shattered future, me confesaste todo y nada a la vez. TenÃas que poner en equilibrio tu mal llamada shockadelic life, tu hermoso triángulo de distorsión. Sé que los extremos nunca fueron de tu agrado, te eran incómodos como un mosker fo!, atractivos como tabú pero, ¡qué curioso!, participabas como pro-destroyer en juegos extremos con aquellos hábitos negros que me di cuenta –justo a tiempo- eran prestados, alquilados en algún big outlet de los suburbios.
Bajo el amparo que dan los ansiolÃticos gritaste que estaba en off, perdido en una fiesta de pueblo, que ya te limitaba el vivir en lo absoluto y que despreciabas mi facha after special. Que olvidara el reel number three, que no me lo merecÃa; que en lo azul resultaba obsesivo como monosynth; que la aventura conmigo era como tener de copiloto a un genio a punto de ataque masivo. Después lo peor fue el frÃo, el reportar rencores y sueños en vivo, los sorpresivos análisis, la teorÃa budista del ruido y el enganche a la cultura del “deseamos que vomitesâ€�.
Dios es igual que esto, tan niño muerto; la peor droga dura que consumimos antes de la derrota. Pero está bien, está bien: ya no hay razón para seguir jugando al junkie cuando tú eres tu propio Mental Health Center, tu propia novela in progress, tu propia duda inmersa en fuego. Vamos, que sólo eres lateral de inquieta estrategia, un par de frases incoherentes plasmadas en el portal de la tienda de la esquina. Una cabeza de radio, un placer desconocido haciendo el amor con su ego. Recuerda, yo no soy camafeo en esto de nuevos hits radiales y minutos estancados en los que no se dice nada, pero –I’m so sorry- aún no me atrevo a dispararte con afán de lucro. Si un dÃa lo hago será porque es tan divertido como coger o tan ligero como nuestra locura por las estrellas.
What a shame! Ya nunca pondré mi fe en nada, en nadie.
Tanto despertar, a ratos inconsciente, para malsoñar el gris y repetir discursos en bares infames con tragos dobles y chicas cruzadas. ReÃr inflamado por tanta pasividad en alquiler o clavarse en aristas tequila techno magazines y engañar a una mitad sujeta a fibras sintéticas y sentirse mal por retomar las once curvas de infinito y dejarse caer y azotar la conciencia con gritos de celebración funk and be mocked of all emotions y alejarse ingenuamente de todo aquello que siempre nos supo mejor y sentir nostalgia por la nueva dirección de nuestra vida y esnifarse el último gramo de poder fantástico y balbucear el deseo estereofónico en nanosegundos e ignorar el terrorismo familiar al vivir un presente de bajo y baterÃa que ellos rechazan por su fracaso personal y ponernos a llorar en fiestas tremendas y salir de ellas con toda la furia posible y besar la acera mojada con fellinis de colores ruidosos y sorprendidos fingir discretos que todos va bien y decir “Yes, I leave it!â€� para acercarse sincero al precipicio deseos de pequeña delgadez sombras la cadena de Jesús y MarÃa tinkertoys de infancia Commodore y enrollarnos en una pelea infernal por salir lo menos dañados y requerir los servicios de una voluntad insumisa que deambula intoxicada por los caminos del ayer. Todo por no escupir una verdad que suena a dub calidoscópico, una correa de respuestas que siempre nos pone nerviosos o esa trayectoria balÃstica que rompió tanta inocencia.
¡Cuánto tiempo perdido, superdrogas!
Sólo queda preguntar: ¿para qué emborracharme contigo si no compartes el delirio, para qué inyectarme tanta mierda in-between days cuando quiero otra cosa nada semejante al compromiso, para qué tragarme tanto emo-core que provoca mil esfuerzos y breakdowns, para qué aspirar una felicidad convencional para adictos a la esperanza hilada por los Technics? ¿Para qué, para qué?
¡Hey! ¿era necesario tanta provocación?
You never understand anything about me.
Soy una vuelta al negro, homenaje saudade o el sonido de la multitud, la caja del diablo, una luz que nunca se apagará, el extranjero full de radioactividad, una nueva forma por venir doblemente fácil y permanente. Do you know more? Lo de antes no funcionó, y aquÃ, como en todo, pierdes oportunidad si no circulas y ya ves, el camino más duro lo he empezado a recorrer solo.
Hoy irradia en mi cuerpo el consejo pegamoide de romper el espejo y dejarme llevar hasta el final. Yeah, sobreviviré como chinarro la tormenta en la mañana de la vida. I’m happy when it rains, so fuck you.
Goodbye, superdrogas.
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revisión 2004: Este texto apareció publicado en la revista Complot. Es uno de mis textos más estudiados en universidades (y no, no trata de drogas). Demasiadas referencias musicales, demasiadas frases de mis amigos.