lunes, agosto 9 

Buten Smileys (Yoremito, 1997)

Buten Smileys (Yoremito, 1997)

sábado, agosto 7 

01. WHERE'S THE DONKEY SHOW, MR. MARIACHI?

01. WHERE'S THE DONKEY SHOW, MR. MARIACHI?


"Tijuana fue la causa por la que James Dean tuvo unos
cuernos de toro en su departamento neoyorquino
."
Details Magazine.




Les confirmaron que era el lugar más feliz del mundo. Les hablaron de chicas caminando semi desnudas por la eterna e interminable acera principal. Les contaron sobre el surfing pendenciero en los clubes y cantinas, de borracheras míticas con sabor a blue hawaiians, margaritas, long islands, tequila y cerveza. Les susurraron en los oídos aquella vieja leyenda atrapa-stupid-gringos del donkey show y ellos como buenos hijos de la Middle America —jar heads, navy guys, white trash in cutoffs—, se creyeron todo y emocionados llegaron a la city tras haber ensayado cómo pedir "one cerveza".

Al cruzar la línea, Robert y Danny —un par de marines con el weekend libre— sienten, como muchos otros turistas, que les restriegan en la cara ese olor de tan característico de las fritangas. Welcome to Mécsico. "Don't let the cabbies sucker you. Downtown it's too easy to reach, walk and follow the other turists", les informaron unos veteranos de la Guerra Tijuana y ellos siguieron el consejo. Caminaron, subieron y bajaron el puente México, caminaron unos cuantos pasos más y arriban a su destino. Justo al llegar al downtown, un taxista le preguntó a Robert, "Hey gringo, ¿Quieres puta?" Danny suelta un inmediato "Huh?" y Robert intenta pronunciar bien "No graciash". Aunque sus padres son mexicanos, Robert casi no habla español. El taxista insiste en ello, "I know where is the best mexican pussy". "Yeah, show us some" suena casi a reclamo. Es la voz de Danny, todo hormonas a los veinte años. "Chill, maaan!" le dice Robert y lo jala en dirección al semáforo. Cruzan la calle y otro taxista menciona algo del Donkey Show, pero pasan de ello.

En la terraza de una disco beben las primeras cervezas al ritmo del imperativo coro de "We will rock you" y Robert se fija que esto parece Norteamérica: todos los clientes son gringos y los únicos mexicanos que hay son los meseros que quieren propina de a dólar cada vez que sirven otra ronda de cerveza dos equis lager. Danny está mirando fijamente a ese dream team en el Club de Aerobics "California": esculturales gringas de busto firme y traseros de acero apenas cubiertos por una minifalda o un short de mezclilla. Chicas envueltas en licra que ya borrachas se dejan meter mano y que bailan sensuales el "me so horny, me so horny" mientras las acarician lascivamente negros gigantescos en medio de la pista; todas ellas son bitchs blanquitas a las que les encanta levantarse al legendario macho negrito. Danny, el chico de Ohio todo acné y compulsión, sabe que no puede competir con la fuerza de los mitos y angry le da otro trago a su cerveza.

Lager, lager, lager. Es el grito eufórico en todos los bares que visitan. Lager, lager, lager. Siempre igual mientras suena "Born, born to be alive". Lager, lager, lager. I wanna fuck!, I told you that, Robert. Lager, lager, lager. "Yes, I wanna lick some hot pussy too", contesta eufórico aquél. Lager, lager, lager. Sonidos de sirena, ¡qué alguien pague las cervezas! Lager, lager, lager. Do you speak english? le inquiere Danny a una chica bonita en una disco repleta de gente mexicana. No obtiene respuesta y hace otro intento. Uno de los veteranos de la Guerra Tijuana le dijo que esta frase no fallaba y el tonto cayó. ¿Chupas verga? pregunta con juvenil candor y la chica indignada le dice ¡No, get lost cabrón! El tono y los ademanes son harto efusivos, el desprecio traspasa la frontera de idioma y Danny vuelve angry a su cerveza. Por su parte, Robert si logra bailar y, por unos cuantos minutos, se adueña de una cintura breve al ritmo de un rock en español y él trata de besarla furtivamente y le compra una bebida y la zorrita local, después de tomar un especial de tres cincuenta de dólar y darle baje con los cigarros, le dice que tiene que buscar a una amiga y no vuelve más.

Ya borrachos, Robert y Danny se meten a un antro de putas y el mesero trácala los hace pagar dos veces las minicervezas. Cuatro dólares por cada botellita. No protestan, saben de antemano que no tiene sentido hacerlo. Se sientan cerca de la plataforma y, a esa distancia, le ven las múltiples estrías a la stripper en turno y al sacar Robert un billete de diez dólares, la puta se acerca; Robert quiere agarrarle las tetas, la puta le hace un guiño familiar aceptando el dinero y Roberto le toca ligeramente las tetas. La puta se retira sonriendo y Danny, otra vez horny, se acuerda del Donkey Show, Robert no le hace caso. Danny insiste: "Holy shit!, I saw it in a movie". "Yeah, I remember that one", le contesta Robert fingiendo interés, "Bachelor Party with Tom Hanks". Danny deja su botella en la mesa para decirle all drunkie: "Wrong mofo, the movie was Losing it with that fucking faggot...". Una pelea entre marines pochos y trolos mexicanos detiene la discusión, los veteranos de la Guerra Tijuana les advirtieron sobre los peligros de esto y salen de inmediato. Es obvio, a los gringos son a los primeros que se madrean los de seguridad y también los meseros; además, para ambos la cárcel de Tijuana no tiene gracia aunque sí un poco de leyenda que no llega a ser mayor que la del donkey show, aquel acto increíble que une a una bailarina exótica con un burro en una jornada de bestialismo pre-war.

Recorren una y otra vez la avenida, otros bares y otras cervezas. Los Village People y "Here we are now, entertain us...", AC-DC y "0ne, two, three, four... sumpin' new", Grandmaster Flash y "Oh, oh, tainted love". En la madrugada, no sex no score, totalmente borrachos paran a comer unos hot-dogs que Danny vomitará dos cuadras después. La boca de Danny es un grifo que no para y Robert asustado le avisa "Fuck you! the Tijuana Hit Squad!" pero, ¡qué suerte!, los del Grupo Táctico no se fijan en ellos. Hora de emprender el camino a casa, otra vez el lidiar con los taxistas que insisten en llevarlos hasta la línea fronteriza y ellos, borrachos, empeñados en caminar y caminar.

En la esquina de la Plaza Santa Cecilia, decenas de charros negros esperan desesperados a un hombre enamorado que quiera llevar serenata a esa astuta mujer que no quiere dar el sí o a ese borracho loser que quiere olvidar sus penas en plan nacionalista cantando "pero sigo siendo el rey". Robert se anima, se acerca a uno de ellos, el tipo sonríe pensando en dólares. Ante la sonrisa, Robert se relaja y por fin, confiado, pregunta: "Where's the donkey show, Mr. Mariachi?"


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revision 2004: Uno de mis textos mas citados en los estudios sobre la literatura fronteriza. Por un tiempo fue material de lectura obligatoria en algunas universidades. Mmm, casi nadie ha entendido la ironia atrapada en este relato y por ello, sobran las acusaciones de xenofobo, misogino y etc. Una mirada a los que vienen a mirar a lo exotico. O algo asi.

jueves, agosto 5 

02. NO TODOS PODEMOS SER JUNIORS


02. NO TODOS PODEMOS SER JUNIORS


Ella, siempre dispuesta a escuchar mis diatribas, acostumbraba a llamarme diariamente por teléfono. A mí me encantaba esa terapia sin costo. Por años me había sentido derrotado y sin una respuesta. “¿Cuál es el camino correcto?�, me preguntaba a mí mismo a cada instante. Ella me daba algunas pistas, pero la situación era vaga, apenas bosquejo de emociones inciertas sobre conexiones que no se daban. Habría que ver si eran genuinas o no.

(1. El eterno inconforme es un líder de derechas y sale casi a diario en los periódicos.)


A dónde diablos, le pregunte a ella, se llevaron nuestras sonrisas y bromas juveniles, en dónde torcimos el rumbo y en qué segundo de indecisión se fueron nuestras ilusiones al carajo. (¿Por qué siempre me pasa esto a mí? hay quien dice que es cuestión de karma pero yo lo dudo). El verano de nuestra vida se empieza a marchitar, ya somos adultos y no sé porque eso me rompe el corazón. (¿Cuál era la política del aburrimiento y aquella otra de la buenaventura? A ver, quién puede explicármelo). Ahora todo lo que escucho es "Ten cuidado con lo que pides que puede que se te cumpla".

(2. Esa chica rara tuvo una época atroz, un aborto y un intento de suicidio; ahora se pasea arrogante y nunca responde a nuestro saludo.)


Y ella me contesto, con su peculiar tono pausado, diciéndome esto: "Si quieres vivir Fer, tienes que eliminar los placeres pasajeros y reemplazarlos con lecciones divinas más duraderas. Explorar el potencial de la conciencia humana, eso es lo mejor y chance que sea tú única opción". (Como si eso fuera fácil, cosa de ir al supermarket a comprar un manual por cien pesos y ya...)

(3. Los pequeños idiotas e indeseables del salón van por la vida de cuello blanco y corbata para disfrutar tangiblemente el escurridizo éxito.)

¿Y ahora qué?, le pregunte una noche al salir juntos de una fiesta. (Creo que
fue una buena pregunta ¿no?). Ella, al verme totalmente ebrio, me quito las llaves del auto y se ofreció a llevarme en el suyo a casa. En el camino le confesé lo que mis buenos amigos me habían dicho: "No te preocupes, estamos chamacos y todo va a salir bien". (¡Qué risa nos dio! que estúpidos fuimos, somos y seremos). Y proseguí: "¿Puedes ver el estado de situación?
Los maestros y nuestros padres nos decían, nos prometían, nos mentían: el futuro
es de ustedes. Ahora me pregunto ¿es qué acaso no lo sabían?, es que no se enteran que la vida te enseña, la vida se ensaña y nunca conoces el por qué". (Suena desolador pero no era así, hasta entonces todo marchaba bien, se los juro). No sé quién empezó la discusión, ella o yo, pero al llegar a mi casa me baje furioso del auto y le estrelle en el vidrio delantero la botella de whiskey que me había robado de la fiesta; ella no me hizo ningún reclamo tan sólo se marchó y, más enojada por mi estupidez que por el cristal roto, dejo de hablarme por teléfono casi seis meses.

(4. Mi mejor amiga antes bailaba y reía mucho, ahora triste no acepta, como tantos otros, el fracaso de su matrimonio. Rueda mi mente pensando en que nuestros posibles hijos hubieran sido más bellos y divertidos.)

Recuerdo que, por esa y otras tantas razones difíciles de admitir, un día triste de agosto de mil nueve noventa y dos me fui de aquí porque quería olvidar, pero al mes volví a mi casa. A mi ciudad. No podía escapar de mi historia y de mi vida en paralelo con ella. Y ella siempre me lo advirtió: todos nos podemos equivocar, la vida te atrapa y a veces, sin merecerlo, te da una segunda oportunidad. (Para eso, yo ya estaba a punto de alcanzar mi revólver, harto de proteger mi humanidad ante una multitud de falsos sueños). En ese instante de confrontación y crisis existencial comprendí que no todos nacimos para ser juniors y que yo apenas estaba aprendiendo a vivir la vida de trabajo y sufrimiento, una tarea larga y aburrida que mutila algo más que ilusiones.

(5. La chica tímida, que nunca supo en donde tenía el clítoris, se cambió de religión y se perdió dos años en rumbos extraños; en su equipaje llevaba nuestra amista y hasta la fecha, ella no sabe en que sitio la perdió.)



Casi diez años después, en nuestras reuniones todos mis amigos de escuela hablan de sus hijos, de sus coches, de terrenos y vacaciones, de aventuras y divorcios, de mil cosas. Pero ninguno habla de sus sueños más personales, esos sueños que creo se perdieron con el paso del tiempo, entre las opciones y los deberes con los que nos tantea y distrae la vida. (¿Qué es eso de sentar cabeza, carajo? una nueva táctica experimental o el asunto ese de la madurez). Todos corren tras el dinero y yo... ya no me atrevo: se me acabaron las ganas, me quede sin speed. Justo ahí, en una de esas fiestas, me entere que...

(6. Ese chico tan hablantín se canso representar ante nuestros ojos una insípida mentira: ahora, para sorpresa de todos, vive feliz con su simpático novio y le importa un comino si lo aceptamos o no.



Mis mejores amigos, mis compañeros de escuela y cómplices de aventura son más que extraños. Muchos de ellos, aspirantes de viajes autónomos, escogieron reintegrarse y formar parte del rebaño y ya no quieren acordarse de las fiestas en las que disfrazados nos reímos tanto. Yo ya no entiendo su lenguaje, ni ellos el mío. (Por cierto, nunca ha sido una cosa que me preocupe mucho). Los únicos que parecen entender de qué va el rollo son esa pareja -ella en eterna dieta y él experto en computadoras y música heavy de los ochentas- que adopto a un niño mongolo; ellos, divertidos y muy viscerales, son los únicos que siguen en la misma sintonía de furor adolescente, videando películas porno y pidiendo por teléfono pizza a domicilio.


(7. Aquel otro murió de forma chistosa -no preguntes como- luego de enterarse por celular que su padre en bancarrota se había volado los sesos.



Yo no me explico en qué fallamos, el trato era no ser iguales a nuestros padres, pero esa noche al salir del último party se rompieron los lazos. (Tengo el momento justo grabado en video). Es triste admitirlo, pero no hay amigos para siempre. Es inevitable, sucede y, ahora sólo quedamos ella y yo hablando por teléfono, riéndonos al recordar que, en esa última reunión, alguien me preguntó: "Y ahora Fer, ¿cuáles son tus planes?". Yo, sin un dejo de ironía en mi voz, dije: "Este año sí quiero aprender a manejar correctamente" y me eché a reír otra vez.

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revision 2004: Un texto para responder al "Oye, ¿tu que has hecho con tu vida? ". El motivo por el cual no me invitan ya a las fiestas de generacion de mi primera carrera.

lunes, agosto 2 

03. FEK!

Aturdida me escribes, en mi cuaderno de notas, casi sin quererlo: "¿En dónde está ese amigo con él que nunca me he sentido juzgada?" y agregas propositiva entre manchones de tinta negra un "quiero volver a reír contigo en alcohol". Y sí, claro que puedo emborracharme contigo, compartir la jeringa o pasarnos en un momento de euforia o desesperación. Recuerda que yo soy la droga perfecta, la imagen perfecta, el momento perfecto pero vamos, tú también lo eres. Ya aburridos, ya cansados, ya en pleno viaje, ya de vuelta, ya muriéndonos en el sexo y abarrotados de basura cantaremos esa canción que tanto te gusta. Por favor, entiende mis razones: de verdad, puedo escupirte en el rostro y besártelo después sin ningún asomo de asco o pudor. Una y otra vez, si eso te sienta bien. O mejor aún, ofrecerte como suripanta en cualquier esquina de estas calles de Dios y sonrojarme al ver los dólares que me ofreces desde el auto.

En una de esas calles de Dios aprendí que todos tenemos un precio. Y si pagas lo correcto puedo ser amante de tu amante, la ocasión de probar y la posibilidad de olvidar quien jodidos eres. Puedo golpearte y tranquilamente sentarme en el retrete para hacer minucias mientras devoras tu histeria y te veo hacerlo con quien quieras. Tuya es la decisión y yo estaré ahí, para escupirte el rostro y besártelo después sin ningún asomo de asco o pudor. Recuerda que yo puedo ser tu única alternativa, tu deseo maldito y tu pasión escondida. Todo quedará en el olvido o en nuestro retrete hecho minucias: la humillación del deshonor, la vergüenza del ayer y esa oportunidad que niegas a ese ser menor que llevas muy escondido dentro de ti. Yo jalare la correa porque... para eso estoy, ¿no?

Aviso de ocasión, cariño. Búsqueda de trabajo sin oportunidad y calles desiertas y nosotros solos en un bar de puta madre. Agita tus tetas, me dices, que yo agitaré las mías que son mejores. Yo, sentado en el retrete, haré minucias para ti y tú sonreirás con la boca recién pintada y dirás que te sientes discriminada y que ¡por Dios!, alguien venga a sacarnos de este fango. Y yo callaré, pensando en cómo disfrutar una pelea próxima y decir lo que pienso y decidir si sentarme o no en el retrete para hacer minucias para ti.

Y qué más da si ya no hay más de esa droga llamada vida. Y qué importa, dirán ellos sentados en otro bar de puta madre o bebiendo frapuccino sin azúcar en raras tacitas de porcelana china, mirando entusiasmados por el ventanal a mogollón de gente en vértigo por la alta tasa de criminalidad. Tocándose el culo en afán equilibrista, flipando en éxtasis con música a tope y hablando del futuro y del auto nuevo y de cómo guardar la línea sin morirse de hambre. Y en ese momento de deleite mortal, los chicos y las chicas felices entraran decididos al círculo de iniciados y todos, inclusive nosotros, perderemos en exquisitos fariboles y nos emborracharemos pegándonos insultos y llantos de electro en una perorata que resulta inacabable y que resume toda nuestra euforia y desesperación.

¡Qué felices somos, de verdad! Esto es una maravilla: te pegó otra vez y tú, ¡toda risas! Y yo seré tu esclavo y beberé tu sangre mientras cantamos tu canción favorita. Agitare mis tetas y te perforare ese ser menor que llevas muy escondido dentro de ti y te recitare "tyger, tyger" para hacerte reír y pensaré que todo acaba al iniciar, lo demás es bisutería que aprendí en la calle en donde cada cosa tiene su precio. Y qué importan los etcéteras, ahora nuestros quejidos son tatuajes al alimón que reciclan el odio y esa felicidad de pegarte y ser esclavo tuyo o el estar sentado en el retrete haciendo minucias para ti.

Recuerda que puedo ayudarte a vomitar en la resaca sin ningún asomo de asco o pudor, a luchar en contra del desprestigio promulgado por la voz de tus vecinos y pegarme de tiros en un bar de puta madre o bebiendo capuccino sin azúcar en raras tacitas de porcelana china. Si quieres llorar te prestare por un momento mi atención y seré testigo en todos tus delitos, pero no participare en ellos porque sin duda estaré aburrido y cansado de mirar a mogollón de gente en vértigo por la alta tasa de criminalidad. Si algún día quieres flipar, seré un compañero de viajes ideal porque yo soy el momento perfecto y recitare, una y otra vez, "tyger, tyger" para hacerte reír. Pon la fecha y ahí estaré agitando mis tetas o sentado en el retrete haciendo minucias mientras tú sonríes con los labios recién pintados. Claro, puedes contarme todas las mentiras que quieras y yo haré un nudo con ellas, cerrare mi pico y culo por ti mientras que tú, en una de esas calles de Dios, devoras tu histeria o te lo haces con quien quieras.

Al final, si eso te sienta bien, ambos podemos sentarnos en el retrete para convertir todo esto en minucias mientras recitamos "tyger, tyger" o cantamos, una y otra vez, tu canción favorita.


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revision 2004: De una nota dejada por una amiga en mi libreta universitaria salio la idea de este texto circular. Agregenle citas a William Blake, el ritmo de "Perfect drug" de Nine Inch Nails y una perspectiva post machista. Uno de mis favoritos.
BTW, cuando lo lei en Ensenada, un very old man se acerco a decirme que ese texto era su poema favorito.